Yo muerto, pero todavía en pie, aquí se alzaba el
esqueleto vegetal del Árbol Gordo, que dio cobijo
y sombra a múltiples generaciones humanas.
Ahora que alzas al cielo los muñones
donde no crece ya ninguna rama,
y que tu tronco, un muerto en pie, proclama
su añoranza de nidos y canciones;
ahora que aquellos altos torreones
de tu copa ya nadie se encarama,
allí donde el resol tejió una trama
verde y dorada de constelaciones;
ahora, en fin, que cayó tu última hoja,
tu cuerpo mutilado nos advierte
que ayer eras un olmo y hoy un leño.
Y el corazón se ahoga en la congoja
al verte derivar hacia la muerte
-ese sueño inmortal- desde este sueño.
Ángel L. Prieto de Paula
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